Carros de Cesto, Bobsleigh sin nieve en Madeira.
Si conocen Venecia, conocerán a los gondolieri que por un exorbitante precio nos pasean entre los canales oscuros de la ciudad de los Dogos. Un símil rápido asemejaría a estos turísticos taxistas de Venecia con el descenso en carros de cesto, carrinhos do cesto o toboganes de Funchal.
Si bien su precio no es tan caro, ni de lejos, como los paseos en gondola, la experiencia lo recuerda un poco. Un lugar bello, un sitio de referencia, turístico a más no poder, y con esa mezcla de encanto exótico y de negocio destinado a turistas anonadados. Sea como fuere, los carros de cesto son una de las principales atracciones turísticas de Funchal.
Turístico y de «deporte de riesgo».
Hay semejanzas y hay diferencias. Entre las semejanzas, el carácter netamente turístico y foráneo de los usuarios, y la picara actitud de los conductores. Lamentablemente ese ambiente resta un poco de interés a una actividad que, en sí es, atractiva. Pero la gran diferencia es que se trata de un descenso vertiginoso por las curvadas y empinadas calles de Funchal. Dos kilómetros de distancia y centenares de metros de desnivel salvados en un viaje de menos de 10 minutos a toda velocidad. Dos avezados carristas nos llevan entre los coches, por carreteras y avenidas a más de 48 Km/h, en los momentos más veloces, y además en completa seguridad. Los pilotos, ataviados con trajes típicos de algodón, sombreros de paja y botas con suela de goma que usan como freno, son uno de los exponentes de la «madeirinidad».
Al parecer en su origen era una forma de transporte rápido que utilizaban los habitantes de los barrios altos de la capital, sobre todo del de Monte. Al utilizar estos carros/bancos de poco peso, la subida, aunque más lenta era relativamente cómoda. Así desde 1850 se tiene constancia del uso de los carros en Funchal.
Los carros de cesto están hechos de madera y mimbre. En realidad se trata de “asientos o bancos móviles” que se desplazan gracias a dos conductores que acompañan la bajada del carro a través de las calles de Funchal. Como trineos sin nieve se desplazan sobre los adoquines y el asfalto. Los carros son de dos asientos, pero si se es pequeño o se va acompañado de niños pueden bajar hasta tres personas. Como bien dicen las guías turísticas los carros de cesto, rústicos, tradicionales, contrastan con la tecnología del teleférico que comunica el puerto de Funchal y las alturas del barrio de Monte.
Descenso en carros de cestos en Funchal
Dirección, precios y horarios.
Los cestinhos descienden del barrio de Monte hasta el centro de Funchal todos los días de 9 de la mañana a 6 de la tarde y el domingo de 9 a una de la tarde.
Para llegar al lugar de la salida en el bario de Monte a los pies de las escalinata que lleva a la iglesia de Nossa Senhora do Monte lo más cómodo es el teleférico, aunque también hay autobuses y es posible llegar en coche o andando.
El teleférico que se inauguró en 2000 sale del Jardín del Almirante Reis en la avenida del Mar (conocida como Av. das Comunidades Madeirenses). El trayecto dura 11 minutos, pero salva un desnivel de 560 metros.
Tiene que bajar en la parada de la estación de Monte junto al Jardim Tropical Monte Palace, en la Rua das Babosas.
Un descenso de carrinhos de cesto cuesta en torno a 25 euros por persona.
Ademas del descenso, antes de realizarlo, se puede visitar el barrio de Monte, que cuenta con varios miaradores excelente, la iglesia y el parque ya citados. Desde la zona se puede coger otro teleférico que nos lleva al Jardín Botánico de Funchal.
Bajar o no bajar, Eis a questão?
Ahora después de que les hayamos informado, les corresponde a ustedes decidir si la actividad es interesante o excesivamente turística. Cierto es que la bajada en estos trineos de mimbre no se hace todo los días, cierto es también que en los lugares turísticos a veces, los lugareños se ríen un poco de la ingenuidad de los foráneos. La formatación del turismo, el excesivo celo de muchos viajeros que carecen totalmente de cultura y que se quedan en la superficie de todo, hace que elementos pintorescos como los gondolieri o los carinhos de cesto sean tan famosos.
El turismo tiene dos caras, lo auténtico, lo inaudito, lo bello, lo espectacular atraen a la multidud y al atraerla pierden una parte de su interés. El encanto natural se ha recubierto con mucho snobismo y estulticia, pero ello no quiere decir que el hecho en sí merezca o no nuestro tiempo. Ustedes ya tienen la información ahora decidan. Es posible que les vea bajando a toda velocidad por las callejuelas de Funchal. Es posible que no, o quizás me vean ustedes a mí, con cara de miedo, chillando y disfrutando como un niño.