Madeira es la isla de los caminantes, de los montañeros de la senda, los seguidores del trekking. Su orografía compleja y montañosa compagina las playas agradables de Porto Alegre, las pequeñas calas de arena y piedra de Madeira, el calor de Funchal y los atractivos de los pueblecitos, con las montañas y las sendas, con los acantilados y las mesetas. Todo el interior de Madeira son encrespadas montañas y altiplanos de origen volcánico. La zona oeste cuenta con la meseta de Paul da Serra. En el centro y el este de la isla se encuentran las zonas más montañosas y altas con el Pico de Areeiro o el Pico das Pedras, por ejemplo.

Las levadas.

Sin embargo lo más espectacular de Madeira son sus levadas. Las levadas son senderos construidos junto a canales de riego que hicieron posible la irrigación y la agricultura en la isla portuguesa. Hoy, a pesar de que muchos de esos canales aún se usan para la agricultura de terrazas tan típica de Madeira, las levadas son senderos mundialmente conocidos por los amantes del senderismo. Estas rutas son especialmente apreciadas por el entorno natural por el que discurren, ya que muchas recorren el bosque de Laurisilva. Esta maravilla natural con su vegetación rica y su humedad constante ocupó en el pasado la práctica totalidad de la isla. Hoy Madeira aún conserva una buena parte y la UNESCO supo reconocer su valor incluyéndola en el Patrimonio Universal de la Humanidad.

Las rutas son muy numerosas y su dificultad es variable, pero generalmente nunca extrema, por lo que además de los amantes del trekking están al alcance de la mayoría de las personas siempre que se tomen las mínimas precauciones. Dada la altitud y la complejidad del clima de los montes de Madeira los cambios de tiempo y temperatura, la lluvia o el calor es necesaria ropa adecuada a todo tiempo y agua en abundancia.

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